Noticias: Museo de Arte Tigre
Cultura al borde del Delta
Emplazado en una casona que cumplió 100 años, el Museo de Arte Tigre apuesta a acercarse a todos.
El edificio se inauguró el 12 de enero de 1912. Nació como el Tigre Club y en la planta baja funcionaba un casino de juegos. Su período de gloria fue durante los años 20 y 30, con las grandes fiestas sociales que se realizaban en el salón de baile. Sin embargo, hacia mediados de 1930 comenzó a decaer al prohibirse el juego a menos de 70 km de la Capital, y las mesas se trasladaron a Mar del Plata. Más tarde, la emblemática casa fue el Casino de Oficiales de la Gendarmería Nacional y en 1976 la Municipalidad de Tigre lo recuperó para declararlo patrimonio de la comuna.
Hoy se encuentra restaurado según la forma y los materiales de su construcción original. Además de albergar una importante colección de artistas nacionales, abre diariamente sus puertas para que la comunidad se sienta parte y un poco dueña de sus espacios. En enero el edificio cumplió 100 años y desde su gestión directiva Diana Saiegh propone que las muestras y las actividades que realiza el Museo de Arte Tigre (MAT) logren ser un punto de encuentro para la comunidad, un eje tan importante como el mismo edificio. "Al hacerme cargo del Museo recuperé mi experiencia de gestión en Europa y pude cruzar las obras de un museo tradicional con las contemporáneas. El concepto clave en el mundo es que el arte no tiene divisiones. El arte es parte y lo es en tanto te conmueva y tenga valor artístico. Perder el tiempo en divisiones, por disciplinas o cronología, es algo caduco. Hay que lograr un equilibrio entre el respeto hacia la importante colección junto con acciones de todo tipo para que el público pueda acceder y ver algo más actual, siempre dentro de las reglas del arte de calidad".
El museo convoca a todos. Un ejemplo son las concurridas inauguraciones de los sábados. "Se arma un programa para que la gente venga de paseo al Tigre. Participan de la inauguración, disfrutan de algún espectáculo, recorren las esculturas del jardín. La gente se adueña del edificio, camina por la pasarela con una copa en la mano y se siente transportada a la Belle Epoque", relata la directora del MAT.
Con una movida tan fuerte, el museo les está quedando chico por lo que están pensando en crear un centro de arte del MAT. "Para dar lugar a lo más novedoso y para trabajar en comunidad con los otros museos del Tigre, porque en lo que más creo es en la democratización de la cultura", afirma Saiegh.
En la recorrida resultan inevitables las doce joyas de la colección, entre las que se encuentran cuadros de Antonio Berni, Benito Quinquela Martín y Miguel Carlos Victorica; además, son imperdibles la sala histórica y el espacio para la fotografía. Dejarse seducir por la arquitectura y detenerse en los detalles como el vitreaux, la imponente araña y los pisos de roble, salir a la terraza y caminar por la pasarela que se extiende desde la planta alta de la casona hasta la vera del río Luján, y allí disfrutar del paisaje que ofrece el Delta, uno de los más importantes y singulares del mundo.
Y como el eje es que el museo no es un mausoleo, buscan que sea un lugar para que la gente se adueñe y cuide: las novias concurren para que les tomen fotografías, los domingos acuden las familias tigrenses y la mayoría de sus hijos les cuentan a sus padres sobre las obras de arte que hay, porque con el programa de visitas para escuelas ellos ya conocen el museo. "Es un sueño lograr que los niños lleven a sus padres al museo y que sea cada vez más democrático. Cuanta más gente, mejor, porque el arte es un alimento para el espíritu", explica Saiegh.
Además de exposiciones hay cruces con otras disciplinas, como las orquestas de las colectividades y embajadas, los picnics anuales de diseñadores y decoradores, el desfile de autos antiguos o la danza. "Todas las expresiones son válidas si tienen calidad", afirma la directora, y asegura que uno de los platos fuertes de la primera mitad del año será la muestra del Malba en el MAT, en donde se expondrá parte de la colección Costantini.
Paseo Victorica 972, Tigre ;4512-4528.
Abre de miércoles a domingo, hasta las 19.
www.mat.gov.ar
Hoy se encuentra restaurado según la forma y los materiales de su construcción original. Además de albergar una importante colección de artistas nacionales, abre diariamente sus puertas para que la comunidad se sienta parte y un poco dueña de sus espacios. En enero el edificio cumplió 100 años y desde su gestión directiva Diana Saiegh propone que las muestras y las actividades que realiza el Museo de Arte Tigre (MAT) logren ser un punto de encuentro para la comunidad, un eje tan importante como el mismo edificio. "Al hacerme cargo del Museo recuperé mi experiencia de gestión en Europa y pude cruzar las obras de un museo tradicional con las contemporáneas. El concepto clave en el mundo es que el arte no tiene divisiones. El arte es parte y lo es en tanto te conmueva y tenga valor artístico. Perder el tiempo en divisiones, por disciplinas o cronología, es algo caduco. Hay que lograr un equilibrio entre el respeto hacia la importante colección junto con acciones de todo tipo para que el público pueda acceder y ver algo más actual, siempre dentro de las reglas del arte de calidad".
El museo convoca a todos. Un ejemplo son las concurridas inauguraciones de los sábados. "Se arma un programa para que la gente venga de paseo al Tigre. Participan de la inauguración, disfrutan de algún espectáculo, recorren las esculturas del jardín. La gente se adueña del edificio, camina por la pasarela con una copa en la mano y se siente transportada a la Belle Epoque", relata la directora del MAT.
Con una movida tan fuerte, el museo les está quedando chico por lo que están pensando en crear un centro de arte del MAT. "Para dar lugar a lo más novedoso y para trabajar en comunidad con los otros museos del Tigre, porque en lo que más creo es en la democratización de la cultura", afirma Saiegh.
En la recorrida resultan inevitables las doce joyas de la colección, entre las que se encuentran cuadros de Antonio Berni, Benito Quinquela Martín y Miguel Carlos Victorica; además, son imperdibles la sala histórica y el espacio para la fotografía. Dejarse seducir por la arquitectura y detenerse en los detalles como el vitreaux, la imponente araña y los pisos de roble, salir a la terraza y caminar por la pasarela que se extiende desde la planta alta de la casona hasta la vera del río Luján, y allí disfrutar del paisaje que ofrece el Delta, uno de los más importantes y singulares del mundo.
Y como el eje es que el museo no es un mausoleo, buscan que sea un lugar para que la gente se adueñe y cuide: las novias concurren para que les tomen fotografías, los domingos acuden las familias tigrenses y la mayoría de sus hijos les cuentan a sus padres sobre las obras de arte que hay, porque con el programa de visitas para escuelas ellos ya conocen el museo. "Es un sueño lograr que los niños lleven a sus padres al museo y que sea cada vez más democrático. Cuanta más gente, mejor, porque el arte es un alimento para el espíritu", explica Saiegh.
Además de exposiciones hay cruces con otras disciplinas, como las orquestas de las colectividades y embajadas, los picnics anuales de diseñadores y decoradores, el desfile de autos antiguos o la danza. "Todas las expresiones son válidas si tienen calidad", afirma la directora, y asegura que uno de los platos fuertes de la primera mitad del año será la muestra del Malba en el MAT, en donde se expondrá parte de la colección Costantini.
Paseo Victorica 972, Tigre ;4512-4528.
Abre de miércoles a domingo, hasta las 19.
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