Objetos curiosos de otros tiempos: El Carné/carnet de baile


Carnet o carné de baile.

Por Mercedes Imaz

Noche de baile; presentación en sociedad ¿Cómo organizarse para recordar quién le pidió bailar qué pieza? ¿En qué orden? ¡El horror! ¡Pero espere! Ya no necesita preocuparse de cómo evitar equivocaciones y esos momentos embarazosos en una sociedad donde la etiqueta es importantísima. ¡Llegó el carnet de baile!


Los bailes eran cosa seria, podían influir fuertemente en el futuro de una familia en lo social, en lo económico y eran cruciales para presentar en sociedad a una jovencita o buscar pareja.  Por ende, los invitados tenían más que ver con los vínculos o relaciones convenientes que con las amistades. “En la España romántica, en la que la cultura de la apariencia era fundamental, existieron diversos manuales de cortesía, urbanidad  buen tono dirigidos tanto a hombres, como a jóvenes e incluso niños, estos pretendía mostrar las normas que habían de regir cualquier tipo de acto social, y por supuesto, un evento como un baile, no podía faltar entre sus páginas”. (http://museoromanticismo.mcu.es/web/archivos/documentos/pieza_mes_enero_2011_mr.pdf, pag.5)

Su uso se destacó en el siglo XIX se prolongó hasta el XX. ¿Pero en qué consistía semejante actividad? La orquesta que tocaba esa noche entregaba el listado de temas para que así, antes de comenzar, las mujeres escribieran al lado de dicha pieza musical, el nombre del señor que las invitaba a bailar (y el hombre hacía lo mismo en su libreta). Una vez hecho el pedido, no se podía cambiar ni rechazar a menos que fuese por una “cuestión legítima” ya que, como se imaginarán, la etiqueta lo era todo. En el “Novísimo manual de urbanidad” de Ángela Grassi indica que: “Los dueños de la casa cuidarán constantemente de que ninguna señora que haya concurrido en disposición de bailar, permanezca sentada toda la noche. A la señora de la casa no la es lícito bailar, ínterin alguna otra señora permanezca sentada a falta de pareja” (Ibid., p. 144).
  
Estos carnet o carné se confeccionaban de muchos materiales diferentes, desde oro y plata hasta cartón y, como los abanicos cuyo movimiento o posiciones reflejaban toda una señalética, no sólo demostraban el nivel social y económico sino que también solían señalar su estado civil: el nácar para las solteras, marfil para las casadas y el azabache para las viudas. Todos venían con un pequeño lápiz sujeto a la libreta con un cordón y, normalmente, dos hojas de cartulina. Fue un elemento tan popular que hasta se realizaban estuches de piel con interior de seda, donde venían el carnet, un monedero y un devocionario.


En la obra teatral de Oscar Wilde “El abanico de Lady Windermere”, en el comienzo del segundo acto, hacen mención del carnet junto con las ideas, acciones  y lo que se esperaba del comportamiento de los anfitriones e invitados a los bailes.

Así esta costumbre se fue perdiendo, como muchas otras a medida que la sociedad va cambiando, hasta desaparecer en la actualidad. Qué pintoresco sería ver esta práctica en las fiestas de ahora.









Comentario aparte:
Si te interesó el tema de los bailes y la etiqueta te invitamos a este link donde encontrarás mucha más información al resecto:
http://museoromanticismo.mcu.es/web/archivos/documentos/pieza_mes_enero_2011_mr.pdf

Nota: Las imágenes de los carnet (cuya autoría pertenece al blog) corresponden a la muestra “Enamorados” del Museo de la Ciudad, Buenos Aires, Argentina en el 2015.


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