Nota de: EVE MUSEOGRAFÍA "EXPOSICIÓN AMIGA"


Fuente: http://evemuseografia.com/2014/03/11/exposicion-amiga/

EXPOSICIÓN AMIGA


Creemos que nadie duda de la importancia que tienen los objetos en una exposición de un Museo y que, en ocasiones, el objeto, la pieza tridimensional, “nos habla”, nos cuenta su historia – la Historia -, por si sola. En realidad nada puede sustituir ese objeto en la exposición como referente de algo que ha ocurrido, como testigo de la Historia. También existen objetos en los museos que nos cuentan lo que está pasando en el presente, o que nos ayudan a vislumbrar el futuro. En nuestra labor museográfica no buscamos prescindir de los objetos, nuestro objetivo siempre es que los objetos se comuniquen mejor con nosotros, los observadores, los visitantes. Por eso es muy importante que los objetos estén bien expuestos, que estén apoyados por lo que llamamos el “contexto de la Historia”, que la exposición sea amable con el visitante y no el enemigo de la paciencia.

Contextualizar el museo en relación a una época de la Historia ayuda al visitante a recibir la información de una forma amena, incluso divertida
Son muchos los museos que aun mantienen una difícil comunicación entre el patrimonio expuesto en sus salas y los visitantes. Existen museos que parece que solo quieren mostrar su patrimonio, sus fondos, a eruditos especialistas y catedráticos de universidad. Hemos visitado museos que incluso para los eruditos las exposiciones resultan ya no tanto complicadas, pero sí anodinas. Sigue habiendo muchos museos que confían en eruditos para conformar sus exposiciones. Nosotros hemos trabajado con sabios peligrosos porque tenían una gran tendencia a desbaratar el proyecto de exposición a golpe de conocimiento. Hoy por hoy, teniendo en cuenta el amplio espectro de público que visita un Museo, cuando proyectamos una exposición, debemos partir de la premisa invariable de que el museo lo visita un público diverso, no tanto catedráticos y eruditos, que también (son grandes buscadores del error en la exposición, muy críticos). Incluso si el museo baraja la posibilidad de que las exposiciones estén realizadas para que un guía nos acompañe con sus explicaciones, recorriendo vitrina a vitrina, paso a paso, ese planteamiento será un gran error en la actualidad ya que aleja a los visitantes de determinados museos; es una pena. Una buena exposición es fruto del trabajo de profesionales de las exposiciones: educadores, especialistas en la materia con visión educativa y museógrafos, todo ellos supervisado por el trabajo de los museólogos que buscan coherencia por encima de todas las cosas. Ese es el planteamiento moderno de un Museo moderno que quiera tener visitantes.

Algunos de los planteamientos museográficos actuales están orientados a satisfacer la curiosidad del visitante utilizando todas las técnicas posibles de comunicación entre la exposición y el público

Para nosotros el referente permanente y fundamental cuando hacemos el planteamiento global de los proyectos museográficos, son los niños. Primero hay que pensar que los niños pueden llegar al museo en un autobús escolar con 45 plazas de media, por lo que van a entrar 45 niños de una vez a las exposiciones. Este es el mayor reto al que se enfrenta una exposición: asimilar 45 niños de sopetón. Por otro lado, si un niño no entiende la exposición, ni con la ayuda de sus padres o tutores en la explicación, estaremos cometiendo un grave error de planteamiento. La Historia y la Ciencia son divertidas, deben ser amenas y cercanas. Se acabaron los tiempos en que “profesores hueso” enseñaban las diferentes materias auspiciados por el miedo a suspender. No podemos plantear una exposición de la misma manera. El expositor evidentemente no es un profesor, pero su obligación es la misma: educar. El museo debe ser un gran educador y, como siempre decimos, debemos salir de él siendo mejores personas. No podemos salir del Museo enfadados porque no hemos entendido nada, además de aburridos.

En ocasiones, es cierto que nos encontraremos que una delgada línea separa el concepto de exposición moderna con lo que es un parque temático. Nosotros no vemos el problema si la exposición cumple su función: educar mostrando.

Pocos son los museos, además, que no tienen en cuenta que existe un amplio grupo de visitantes de paso porque son viajeros de paso. Si esos visitantes entran al Museo con niños, el problema se agrava. No hay nada que mejor combata el cansancio que el entretenimiento. Un Museo moderno debe aspirar a que una familia que está de viaje con dos niños, por ejemplo, acuda al Museo con la mejor de las intenciones: aprender cosas nuevas disfrutando de las exposiciones y salga de allí feliz porque se lo han pasado bien, adultos y niños. No les obliguemos a leerse doscientos cartelitos, uno por objeto, para que sepan que están observando. Los niños comenzarán enseguida a corretear por las salas o se echarán directamente en el suelo. Los adultos comenzaremos a sufrir “el mal del museo anodino”, un terrible dolor de pies y pesadez en las rodillas. Las personas mayores no pasarán del primer cartelito o panel explicativo porque la letra es muy pequeña, casi ilegible. Ese es el planteamiento para algunos casos aun muy numerosos: mejorar o desaparecer por falta de visitantes. Una de las cosas más tristes que podemos encontrarnos es un museo vacío. Algunos de los responsables se siguen preguntando porqué los visitantes no acuden si han colocado objetos en vitrinas con sus cartelitos correspondientes y han inundado las paredes con paneles explicativos, ¿Cuál es el problema?. Nuestra receta, la que recomendamos para contestar a esa pregunta siempre será la misma: exposición didáctica para todos los públicos usando soportes de comunicación modernos. Si nos lo cuentan será mucho mejor que tener que leer, ¿no os parece?

La sorpresa es un factor esencial para los niños que obliga en ocasiones ha bifurcar el “museo adulto” para crear un “museo infantil apto para todos los públicos”.

Hay mucho trabajo que hacer, sobre todo en esos museos locales. Estas instituciones, en su gran mayoría no muy grandes y con pocos recursos, deben reflexionar sobre que hacer las cosas bien no solo depende de la amplitud del presupuesto, sino de la magnitud del conocimiento.





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