Noticias: Más sobre el robo de patrimonio y los desmadres en el Museo de Arte Español Enrique Larreta

Ámbito Financiero
12 de febrero del 2016

Robo en el Larreta: el peligro de cambiar museo por centro cultural
Por: Ana Martínez Quijano
Arriba, el Salón Rojo, de donde desaparecieron misteriosamente las dos piezas de arte, cuyo valor ignora el propio director, Nicolás Helft . Abajo, el Salón Azul, convertido en tienda de libros, para lo que, entre otras cosas, se trasladó nada menos que el retrato de Enrique Larreta a un lugar menos visible.
El robo de dos piezas del Museo de Arte Español Enrique Larreta ocurrido el viernes pasado y publicado por este diario en primicia, fue denunciado ese mismo día en la comisaría del barrio, y recién el miércoles en la base de datos de Interpol. El director de la institución, Nicolás Helft, llamó desde México para desmentir que los cambios y remodelaciones realizados hace unos meses en el Museo hayan afectado el cuidado y la preservación de los bienes históricos. Varias fuentes coincidieron al afirmar que estos cambios demandaron tirar abajo una pared centenaria y trasladar a un espacio menos visible una obra de arte clave de la colección: el retrato del escritor español Enrique Larreta, pintado por Zuloaga. A través de un correo Helft reclamó "reparar las informaciones falsas que se publicaron ayer, que me dañan a mí y al museo". Fuentes del museo mantienen sin embargo sus dichos, aunque piden mantener su nombre en reserva. El valor de las obras robadas es una incógnita para nosotros y para Helft, que continuará su viaje rumbo hacia Cuba.

No obstante, ayer, una visita al Museo reveló el abismo conceptual que se abre entre la "institución museo", cuya principal obligación es la preservación y puesta en valor del patrimonio, y un "centro cultural", un espacio para atraer, educar y ofrecer actividades de distracción y recreo al público masivo. Desde la blanca fachada neocolonial con aires hispanos del Museo, un cartel anuncia "El Larreta está cambiando para ti"; en la puerta de ingreso, la oferta cultural es espléndida. Hay carteles y folletos invitando a concurrir a los más diversos eventos. El propioHelft anunció: "Queremos acercar nuevos públicos al museo y pensarlo como un centro cultural para hacer sinergia entre todas las propuestas, que incluyen servicio de gastronomía, Wi-Fi gratuito y una tienda con libros y objetos de diseño".

La propuesta que Helft continúa defendiendo, encuentra su propio límite en el criterio institucional. Hay museos de arte "frágiles", término que suele utilizar el director del Museo de Arte Decorativo, el arquitecto Alberto Bellucci,cuando explica por qué razones el público masivo deteriora el patrimonio.

Al ingresar al Salón Rojo, el lugar donde robaron las piezas, comienza el misterio. El salón que estaría supuestamente cerrado, según anunció Helft (por teléfono a este diario y otros medios) tiene un estrecho cortinado rojo que separa el salón de una oscura trastienda. Allí se encuentran las vitrinas violadas y detrás de las vitrinas hay una puerta. Según Micaela Mendelevich, miembro del equipo que llegó en 2014 con el director, la puerta estaba cerrada con llave.

En la recorrida por el Larreta se advierte que el centro cultural ha ganado espacio. La pared permitió ampliar los talleres para cursos y conferencias. Otro muro se derrumbó para conectar el museo con la cafetería, y se inauguró además una tienda para la venta de libros en un lugar estratégico. En efecto, ese mencionado abismo conceptual entre quienes creen que el público masivo devasta los lugares de arte y que por algo se cerraron las cuevas de Lascaux y, quienes apuntan a elevar la cantidad de visitantes y conquistar espectadores, queda a la vista. En verdad, aquello que es bueno para un centro cultural, no necesariamente lo es para una institución con patrimonio. El ejemplo más reciente fue el programa juvenil "Los bellos jueves" del Museo Nacional de Bellas Artes, cuando para acercar nuevos públicos no mediaba la debida protección de las obras y los guardias se alteraban ante los riesgos. La foto de "La ninfa sorprendida", de Manet, con un corpiño a su lado resulta difícil de explicar.

En realidad, si la rica colección del Museo Larreta se considerara importante, si hubiera una genuina preocupación, ya tendrían que haberse activado los protocolos de seguridad y de robo y las imágenes de las obras en cuestión deberían estar en las primeras planas de todos los medios con sus correspondientes descripciones.

Más allá de toda discusión lo cierto es que el cuidado del patrimonio es un gesto de cortesía de unas generaciones con otras, porque es la materia que define nuestra identidad, cueste lo que cueste. No importa cuál sea el valor económico de las piezas.




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